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Dirección de Innovación y Transferencia Tecnológica

Dirección de Innovación y Transferencia Tecnológica

Periodista VIP

¿Cómo hacer llegar la investigación e innovación a quienes más lo necesitan?

Esta pregunta, que me hicieron hace unos días, resume el desafío que enfrentamos como institución comprometida con el desarrollo regional. La transferencia tecnológica no es solo una etapa en el ciclo de la investigación: es el puente que conecta el saber académico con las necesidades reales del territorio.

En nuestras universidades, se generan día a día resultados de investigación con potencial de aplicación. Pero sin mecanismos que permitan su transferencia, ese conocimiento difícilmente logra convertirse en soluciones concretas: procesos, productos o servicios que impactan directamente en la calidad de vida de las personas.

En regiones como la nuestra, donde las brechas sociales y económicas persisten desde décadas, este proceso cobra una relevancia aún mayor. No se trata solo de innovar, sino de hacerlo con propósito. Por ejemplo, cuando una investigación sobre eficiencia hídrica da origen a un sistema de riego inteligente que mejora la productividad de pequeños agricultores, estamos viendo la transferencia tecnológica en acción: conocimiento científico aplicado que genera bienestar en el territorio.

Este camino no se recorre en solitario. Tal como en una competencia de relevos, donde el éxito depende de que el testigo se pase con precisión, la transferencia tecnológica requiere de múltiples actores: investigadores, estudiantes, gestores, empresas, organizaciones, gobiernos locales y comunidades. Todos deben colaborar para que el conocimiento se traduzca en impacto.

Y aquí es fundamental destacar que la ciencia básica no solo es el punto de partida: es el motor silencioso que impulsa la innovación a largo plazo. Aunque sus resultados no siempre se traducen en aplicaciones inmediatas, su valor es profundo y estratégico. No se trata de exigir que toda investigación tenga una aplicación directa, sino de comprender que incluso los artículos científicos más teóricos pueden ser el punto de partida para transformaciones profundas en el territorio. La ciencia básica es el terreno fértil donde germinan las ideas que luego se convierten en avances aplicados. Sin ella, no hay innovación sostenible ni transferencia con sentido.

Desde la Universidad Católica de Temuco, asumimos este desafío con una mirada integral. Desde nuestra identidad católica, nuestra inspiración humanista-cristiana nos orienta a poner el conocimiento al servicio de la sociedad, especialmente de quienes viven en contextos de alta vulnerabilidad económica y social. Formamos personas con vocación de servicio, capaces de interpelar críticamente a la sociedad desde una ética intercultural. Desde nuestra identidad regional, respondemos a los desafíos de la macrozona sur, con especial atención en La Araucanía, sus gentes y su territorio. Lo hacemos a través de la formación de profesionales competentes, la generación de conocimiento pertinente y la vinculación activa con el entorno.

Por ello, la transferencia tecnológica representa para nosotros mucho más que un mecanismo de innovación: constituye una manifestación concreta de nuestro compromiso con el desarrollo territorial sostenible y el bienestar social. A través de ella, materializamos el vínculo activo entre la universidad y su entorno, traduciendo saberes especializados en mejoras tangibles para las comunidades. En esta línea, resulta fundamental continuar fortaleciendo tanto la investigación aplicada como la ciencia básica, reconociendo que ambas son indispensables para generar una transformación regional profunda y sostenida en el tiempo.

 

Mg. Blanca Villalobos

Directora de Innovación y Transferencia Tecnológica

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